Los productos de salud involucran numerosos desafíos a la hora de comunicar.
Por un lado, tenemos un marco regulatorio a respetar, que de la misma manera que regula la información que debe ir en el packaging o en el prospecto de un medicamento, también establece pautas normativas para la promoción de estos productos, ya sea en medios masivos o incluso dentro de su propia página web.
¿Podemos entonces mantener la frescura y la creatividad a la hora de comunicar?
Por supuesto que sí, y desde el vamos esto surge teniendo en cuenta el marco anterior, pero también poniendo en un primer lugar al consumidor.
¿Cómo le hablaría el médico a un paciente?
De la misma forma que lo haría en el consultorio, con respeto, con empatía, con palabras accesibles y con ejemplos que aseguren que el mensaje lo pueda entender (aquí es donde todo se pone más creativo).
Las redes sociales y los medios de comunicación digital, nos dan la posibilidad además de incorporar el canal visual y de generar una disponibilidad oportuna de acceso de las personas a la información que necesitan.
Esto permite que los procesos asistenciales mejores, por ejemplo que un paciente tenga mejor adherencia a un tratamiento médico.
La comunicación correcta, cuando se hace desde una perspectiva de salud y teniendo presente primero el contexto clínico es un valor agregado para las marcas y parar sus usuarios.
El primer acto médico es educar.
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